Comportamiento del consumidor y Competencia perfecta

El incremento de la competencia junto con el deterioro del entorno económico requiere que las empresas den una vuelta de tuerca extra para estudiar el comportamiento del consumidor.

El estudio del comportamiento del consumidor no está encaminado a conocer sus necesidades y ofrecerle productos adecuados, si no que busca ir más allá para comprender, explicar y anticipar las acciones humanas relacionadas con el consumo.

Las empresas, tradicionalmente, vendían un producto estandarizado, no diferenciado y lo ofertaban a todos los consumidores tratando de vender en mercados masivos. Era la distribuidora quién elegía uno u otro producto en función de su conveniencia y lo ponía en disposición de sus clientes.

Para saltarse al intermediario (la distribución) las empresas decidieron crear marcas. Ahora no es el distribuidor quien impone un producto, si no que el cliente exige la «marca» que más se adecua a sus gustos y presiona a la distribución para que se lo proporcione (P. ej. la situación de Mercadona)

El incremento de la competencia y de las exigencias de los consumidores obliga a la mayor parte de las empresas actualmente a ofertar sus productos diferenciados a grupos concretos de consumidores que denominamos segmentos. Nacen así las tarjetas de fidelización.

Las tarjetas de fidelización nacen en principio, como un modelo de beneficios y descuentos al cliente habitual, mediante un sistema de puntos y de canjes por regalos. El beneficio añadido para el emisor de la tarjeta es la posibilidad de conocer hábitos de consumo de sus clientes y, en consecuencia, orientar la política comercial y de marketing de la compañía (de ahi que en las tarjetas tengamos que indicar edad, sexo, ingresos, lugar de residencia)

La ultima vuelta de tuerca en la gran distribución la han proporcionado las amas de casa de japón. 25.000 personas tienen la tarea diaria de subir a la web información de todos los productos en oferta de 7.700 supermercados.

Su trabajo conjunto tiene contra las cuerdas a los gerentes comerciales de tiendas de moda y supermercados, que no pueden hacer frente a la presión de compra que ejercen cientos de miles de consumidoras bien informadas y que amenaza con socavar los planes diseñados en Tokio para combatir la deflación, consiguiendo descensos consecutivos en los precios durante un periodo de 12 meses consecutivos.

Un mercado de competencia perfecta es aquel en el que existen gran cantidad de compradores (demanda) y de vendedores (oferta), de manera tal que ningún comprador o vendedor individual ejerce influencia decisiva sobre el precio.

Sin embargo, en España siguen existiendo monopolios y oligopolios que impiden una competencia perfecta y sana para la economia, sobre todo cuando se hace referencia a sectores estrategicos como el gas natural o la electricidad, que provocan un fallo en la eficiencia del mercado que debe ser corregido.

Los precios de la electricidad son similares, las gasolineras coinciden al céntimo en los combustibles, el ADSL+Fijo estuvo años sin movimientos y ahora son mínimos, la telefonía móvil se empezó a mover en precio con la llegada de los operadores móviles virtuales (y no va del todo bien).

La competencia perfecta es un término utilizado en economía para referirse al fenómeno en el que las empresas carecen de poder para manipular el precio en el mercado, y se da una maximización del bienestar, resultando una situación ideal de los mercados de bienes y servicios en los que la interacción de oferta y demanda determina el precio.

Por ello, el Gobierno tiene que hacer todos los esfuerzos posibles que vayan encaminados a que se produzca una competencia real y efectiva entre todos los sectores productivos.