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Miré a los muros de la Patria Mía, Quevedo (1580-1645) 24 noviembre 2009

Posted by rcalber in General.
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1 Miré los muros de la patria mía
2 si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
3 por la carrera de la edad cansados,
4 por quien caduca ya su valentía.

5 Salime al campo: vi que el sol bebía
6 los arroyos del yelo desatados,
7 y del monte quejosos los ganados,
8 que con sombras hurta su luz al día.

9 Entré en mi casa; vi que, amancillada,
10 de anciana habitación era despojos;
11 mi báculo, más corvo y menos fuerte;
12 vencida de la edad sentí mi espada.

13 Y no hallé cosa en que poner mis ojos
14 que no fuese recuerdo de la muerte.

«Poemas escogidos»; Ed. Castalia, Madrid, 1972; Edición de José Manuel Blecua, (págs. 71-72)

Contexto Histórico

Nos encontramos en un momento en el cual España está dejando de ser la primera potencia del mundo.

El enorme esfuerzo militar que para la Monarquía suponía las continuas guerras europeas (Guerra de los Treinta Años había comenzado en 1618 y las hostilidades con los rebeldes holandeses se habían reanudado) y la demanda de sacrificios a los reinos que componían la Corona realizada por la “Unión de Armas” propuesta por el Conde-Duque de Olivares en 1632 precipitaron la crisis de 1640 con dos escenarios principales: Cataluña y Portugal.

Análisis del tema

1. Miré los muros de la patria mía
2. si un tiempo fuertes, ya desmoronados
3. de la carrera de la edad cansados
4. por quien caduca ya su valentía.

Antiguamente las ciudades se cercaban por una muralla con varias puertas que permitían el paso. En caso de asedio, la ciudad cerraba sus puertas y hacía frente al conflicto usando sus defensas.

Estas lineas hacen referencia a la fortaleza de antaño del país, trás el descubrimiento de América en 1.492 por Cristobal Colón, que llevaron a España a ser la primera potencia mundial.

Esa fortaleza se ha desmoronado con el tiempo y no parece que exista un ánimo, si no más bien existe cansancio, para recuperar esa hegemonía, tras mantener tantas contiendas.

5. Salíme al campo: ví que el sol bebía
6. los arroyos del yelo desatados
7. y del monte quejosos los ganados
8. que con sombras hurtó su luz al día.

Como decíamos anteriormente, la muralla rodeaba la ciudad y en las afueras quedaba el campo, a donde se iba a través de esas puertas.

En este caso, el salió del campo sería salió de «España» y vió que el sol bebía, entendiéndose sol como prosperidad.

Trata de decir, por tanto, que al igual que el sol al campo, fuera de la frotera, reina la prosperidad perdida en España.

El sentido de «los arroyos de yelo desatados» lo encontramos en el refrán «año de nieves año de bienes».

En el monte ve al ganado quejoso, es decir, al ganado envidioso de la importancia política del Imperio, que ha hurtado al país de su luz para convertirlo en un Estado donde ya no se pone el sol.

9. Entré en mi casa; vi que, amancillada
10. de anciana habitación era despojos;

Otra vez entra en su casa, en su patria, que esta amancillada, es decir, deshonrada, de habitaciones ancianas, es decir, de regiones envejecidas, cansadas y decrépitas por el desgaste del tiempo que ahora no sirven para nada, pues el oro procedente de América ha dejado un problema de inflación en España y la mayor parte va destinado a mantener los conflictos en el exterior.

11. mi báculo, más corvo y menos fuerte
12. vencida de la edad sentí mi espada

Su fuerza espiritual (báculo) más doblada (encorvada) y débil, sitió la hegemonía militar (espada) vencida por la edad.

Es decir, Quevedo observa que los países europeos viven un resurgimiento mientras que España se encuentra en un declive moral, físico, económico y militar.

13. Y no hallo cosa en que poner los ojos
14. que no fuese recuerdo de la muerte

Es decir, y no encuentra un atisbo de esperanza que le haga creer posible una salida a esta situación, pero no halla cosa, es decir, no encuentra ninguna cosa que le permita esperanzarse.

Que no fuese recuerdo de la muerte, es decir, no hay más salida, sólo queda enfrentarse a la muerte política, económica, militar y moral.

Comentarios»

1. ARISTIDES - 24 noviembre 2009

Quevedo es un personaje único. Hirónico y burlesco como nadie. Espadachín y pendeciero, que conoció el talego por escabecharle a su oponente. Se paseó con la cruz en el pecho, pero fue mujeriego y bebedor en tabernas de baja estofa. Ello no le impidió limpiar sus «quevedos» en las faldas de cortesanas y sayos de manolos.
Como posteriormente a Hunamuno, le dolió una España que se desangraba en guerras y pagaba mal a sus tercios en Nápoles y Flandes.
Era cojo y gordo, pero de espada ceñida y lengua ligera. Salió trastabillado de envites a los que no fue llamado y su vida no fue precidamente de mesura.
Brindar por Quevedo es dediarle un soneto a Góngora, hechar un escupitajo por ese mal Rey y levantar la jarra por ese cabronazo (el
adjetivo es buscado).

Un saludo

Virginia - 30 abril 2013

Por Dios, las faltas de ortografía!!!!!! Son muy, muy graves!!!!!!!

Tudelitah - 16 octubre 2013

por dios tu cara es peor es muy grave!!!!!!

Tudelitah - 16 octubre 2013

gordo todos tus muertos

2. rcalber - 24 noviembre 2009

Buen comentario Aristides. La verdad es que hay algunos personajes de los que sería interesante hablar, cómo Socrates, Diógenes o Quevedo.

He utilizado esta poesía porque es la sensación que me queda en la actual situación económica, social y política.

3. juan perez garcia - 29 abril 2011

quevedo era un hijo d putaa nacio pa jodernos a todos los estudiantes !!!!
cabronnn

Tudelitah - 16 octubre 2013

tu si que eres un hijo de puta! estudia mamahuevaso

4. luischi - 21 septiembre 2011

Y no puede ser que Quevedo se refiriera a su propia persona en cada una de las estrofas?

5. Kbzoncapo777 - 4 noviembre 2011

por que no???
con todas las cosas que hizo no lo dudaria!!

6. caracarton - 29 febrero 2012

me kago en to sus muertos! ¿ke koño es la influencia quevedina?

Tudelitah - 16 octubre 2013

i yo en los tuyos payaso

7. Jorge Arias - 11 octubre 2012

creo que alude a la impotencia maaculina. «mi báculo más corvo y menos fuerte». Los báculos (de madera) no se doblan ni se debilitan. «Vencida de la edad senti a mi espada». No hay espada, que son de acero, que pueda vencer la edad. es una metáfora de un pene yerto, algo propio de la vejez.
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