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Competitividad 18 marzo 2010

Posted by rcalber in Economía, General.
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Nos han contado que el bienestar de un pais depende del pib pero ya vimos en este blog que es un indicador engañoso ya que no tiene en cuenta factores como el poder adquisitivo de los habitantes o la destrucción de los recursos naturales. El pib tampoco tiene en cuenta la inflación o como se distrubuye ese pib entre la población (pib per cápita).

Vimos indicadores de la felicidad como el Happy Trend Index o el Indice de Desarrollo Humano que miden el acceso a la educación, a la salud, etc pero son indicadores subjetivos, en cuanto a que «lo bien que uno está» es una cuantificación dificilmente medible.

Hoy quiero comentar el tema de la competitividad porque, a mi juicio, no es un indicador que mida la felicidad pero yo pienso que en buena parte, el bienestar de un pais depende de este factor.

¿Y que es la competitividad?

Las empresas son más o menos competitivas en función de su capacidad de ganar cuota de mercado, bien porque utiliza técnicas de producción más eficientes, paga menos impuestos o tiene menores costes laborales o menores gastos en distribución/logística u otros gastos corrientes (material de oficina, teléfono, etc) que le permiten tener costes de producción por unidad de producto menores que los de su clientes. A esto se le conoce como estar en ventaja competitiva y es diferente a la ventaja comparativa que consiste en dar un valor añadido al producto por cuestiones de imagen de marca, servicio postventa, garantía y calidad, exclusividad, etc.

La tecnología es, ciertamente, un tema sobre el que se tiene que poner especial énfasis a la hora de hablar de competitividad, pues es un item en el que las principales economías del mundo se han apoyado para hacer alcanzar a sus industrias cotas de producción altísimas. Así sucede tradicionalmente en Japón, donde la excelencia es una filosofía nacional en sus sistemas productivos; y en Corea del Sur, una nación devastada después de las guerras de las década de los cuarenta en esa región del mundo, y que a través de un sólido sistema educativo y una difusión y adopción intensiva de las tecnologías de la información y comunicaciones, ha logrado colocar a esa nación entre las más desarrolladas de nuestro tiempo.

Como vemos, la competitividad no es un factor que dependa meramente de lo que las empresas esten dispuestas a invertir en técnología. Se nos dice en todas las campañas electorales que se crearan millones de puestos de trabajo pero eso no es cierto en la medida en que el Estado no puede crear más puestos de trabajo que el de los puestos de funcionarios. El Estado sólo puede generar las condiciones necesarias para que los puestos de trabajo se generen en base a las siguientes variables macro y microeconomicas:

– Consistencia entre políticas fiscal, cambiaria y monetaria
– Una inflación baja y estable
– Cuentas fiscales ordenadas y transparencia en su manejo
– Seguridad jurídica en impuestos, aranceles, normativa reguladora, etc.
– Apertura comercial y financiera
– Un sistema financiero sólido y bien desarrollado
– Flexibilidad laboral
– Una regulación apropiada de mercados para que no se den monopolios o desventajas por subsidios o impuestos.
– Capital humano
– Infraestructuras

¿Cúal es nuestra situación?

De todos los puntos que se señalan tenemos muchos puntos positivos pero sin duda hay aspectos que deben mejorarse.

Ayer, por ejemplo, hablabamos de como huyen las Administraciones del Derecho Público en pro de una agilidad que aniquila el principio de transparencia. La gestión del Gobierno ha supuesto un verdadero varapalo para las cuentas públicas en pro de un sistema financiero que, como todos, ha quedado en entredicho, muchas veces en operaciones de maquillaje como el aluvión de carteles que se obligó a colocar anunciando los proyectos financiados con el Plan E que podrían haberse usado en planes con retorno de beneficios, como redes de fibra óptica o mejorando el transporte de mercancias ferroviario.

La flexibilidad laboral se consigue con la creación de modalidades contractuales encaminados a encajarse en cualquier situación organizativa, técnica o de producción de las empresas pero únicamente se habla de abaratar el despido o mantener el sistema tal y como está, que debe fallar en algo cuando existe tanta precariedad laboral y tanto ERE.

En cuanto a la competencia, siempre se ha entendido que con 4 empresas que compitan en el mismo sector es suficiente para que exista una verdadera competencia, pero con cuatro empresas no podemos hablar de competencia perfecta y si de oligopolio. De aqui vienen los problemas de pactos de precios, alguno tan descarado como el que lleva a que la diferencias en repostajes en gasolineras no superen el céntimo por litro.

En cuanto a educación, caemos sistemáticamente, aspecto fundamental no sólo para la economía sino como aspecto fundamental en la libertad humana. Es vergonzoso ver como incluso altos directivos o nuestra clase política es incapaz de defenderse en otros idiomas como el Ingles o como está de «mal visto» que alguien intente pronunciar correctamente.

La política monetaria y cambiaria no depende de nosotros, cosa que es una desventaja sobre las ventajas que tiene estar en la Unión Europea.

¿Cómo se mide la competitividad y en que posición estamos?

Los indicadores de competitividad internacional con mayor econocimiento son los elaborados por el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF), y el International Institute for Management Development (IIMD) con el World Competitiveness Yearbook.

El IIMD con el World Competitiveness Yearbook, estudia las relaciones entre el ambiente nacional de un país y sus procesos de creación de bienestar social. Se enfoca a la interacción de cuatro factores de competitividad:

– Desempeño económico.
– Eficiencia gubernamental.
– Eficiencia de negocios.
– Infraestructura.

La competitividad española ha descendido tres posiciones en el Ranking de Competitividad Mundial (RCM) 2008 y ahora ocupa el puesto 33 en una lista compuesta por 102 países.

Según el anuario de 2008, al que podemos acceder acciendo click aquí, entre los estados de Europa Occidental, sólo superamos a Portugal (37), Grecia (42) y una sorprendente Italia, en el puesto 46. Por encima se sitúan países del Este como Estonia, República Checa, Eslovaquia o Eslovenia; o países en desarrollo como Malasia, Tailandia o India. En el último informe de 2009, estamos en el puesto 39, por debajo de Perú y Bulgaria.

El World Economic Forum (WEF), mide la capacidad de una nación para lograr un crecimiento económico sostenido y evalúa los fundamentos microeconómicos para incrementar su PIB per cápita.

El análisis se basa en doce pilares de competitividad, creando una visión completa de la situación competitiva de los países en distintos puntos de desarrollo.

Estos pilares que analizan son:

1. Instituciones.
2. Infraestructura.
3. Estabilidad macroeconómica.
4. Salud y educación primaria.
5. Educación secundaria y formación.
6. Buena eficiencia de los mercados de productos.
7. Buena eficiencia del mercado laboral.
8. Sofisticación del sistema financiero.
9. Preparación tecnológica.
10. Tamaño del mercado.
11. Sofisticación del mundo de los negocios.
12. Innovación.

En el informe 2007/2008 España está en el puesto número 29 en total pero en el número 13 de los países de la Unión Europea (UE), incluso detrás de Estonia, uno de los países recién entrados en la UE

El Foro Económico Mundial colocó a España en el puesto 33, con 4,59 puntos, por detrás del sultanato de Brunei (4,64) y por delante de Chipre (4,57).

España se situó en las posiciones finales de la zona euro, aunque todavía superó a Portugal (43º), Polonia (46º) e Italia (48º), a la vez que se vio sobrepasada por otras economías emergentes como la República Checa (31º), China (30º) y los Emiratos Árabes Unidos (23º).

¿Hay soluciones?

El problema que el Foro Económico Mundial observa para la mejora de la competitividad española es el «altamente inflexible mercado laboral», que se sitúa en el puesto 97 del mundo y al que acusan de «desanimar la creación de empleo, un asunto de particular preocupación dado el reciente incremento del desempleo hasta el 19 por ciento, el mayor de la zona euro»

Yo soy muy contrario a que se bajen los salarios por el efecto perverso que tendría sobre la economía y soy más partidario de que se rebajen costes salariales (y se pierdan prestaciones) o de que se indexen los salarios a la productividad y no a la inflación, pero la situación se está volviendo insostenible y sólo hay dos soluciones.

– La primera es producir más en menos tiempo. En esto tenemos fama de escaqueaos y de estar todo el día debajo de un olivo tocando las palmas y de fiesta frente a la imagen de excelencia que tienen los japoneses o los suizos.

– La via del dolor. Bajar entre un 10 y un 20% los salarios

– La via intermedia. Indexar una buena parte del salario a la producción y beneficios de la empresa, penalizando a su vez las bajas laborales y las faltas de puntualidad, asi como bajar el Impuesto de Sociedades (el 5º más alto de Europa) y las cotizaciones sociales (con recortes en cosas como los viajes del imserso, los viajes relax para madres solteras o la gratuidad de las medicinas en pensionistas con nominas altas, etc).

El Estado de Bienestar al que estamos tan acostumbrados no se sostiene por si sólo y necesita que se genere riqueza para ello. Todo está conectado y estamos en un fino equilibrio que pende sobre el grado de responsabilidad y capacidad en la gestión de nuestros dirigentes para tomar medidas acertadas.